El fin del mundo - Capitulo 8

Capitulo 8:

Edward tuvo una conversación larga con Fabián para intentar tranquilizarlo un poco sobre la increíble preocupación por Susan. Edmundo y Katherine fueron a buscar algún lugar de la feria para poder descansar cómodamente, mientras que Denise y Alexandra estaban haciendo la cena, Celeste las ayudaba, entre ellas hablaban, excepto la niña.
-No puedo creer que se haya ido - Dijo Alexandra derramando una lágrima- Es mi culpa.
-Tú no tienes la culpa - dijo Denise apoyando su mano en el hombro de Alexandra - A veces el destino nos arrebata lo que amamos, y eso no lo podemos evitar- Dijo intentando calmarla.- Ahora ella está en un lugar mejor, libre de sufrimiento, y protegiendo a su familia- Le dedicó una sonrisa.
-Tienes razón, Haré lo que pueda para no bajar los brazos.- Dijo Alexandra.
Todos estaban juntos cenando, pero el ambiente era silencioso; nadie hablaba. Fabián seguía preocupado, Edmundo y su familia aún estaban tristes por la muerte de Mica, mientras que Edward, Denise y Celeste estaban callados. Denise intentó sacar tema pero su esposo la detuvo.
-Es mejor no decir nada.- Dijo Edward agarrándola de la mano.
-Está bien.- Dijo Denise un poco preocupada.
-Entiendo que quieras ayudar, pero ahora no es el momento.- Dijo Edward.- Debemos darles más tiempo.- Dijo Edward, Denise asintió dedicándole una sonrisa.
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-Será mejor que descansemos aquí.- Dijo Abraham al terminar de revisar una casa.
-Debemos seguir buscándolos, no tenemos tiempo para descansar.- Dijo Susan muy preocupada.
-Está oscureciendo, así será peligroso seguir, mañana seguiremos.- Dijo Abraham intentando calmarla.
-Pero…- Dijo Susan llorando.
-Tranquila.- Dijo Abraham dándole un beso en la frente.- Te prometo que los encontraremos -Susan al oír esa promesa de Abraham se tranquilizó un poco.
-Será mejor que vayamos a descansar -dijo Abraham tomando del brazo a Susan - Así mañana seguiremos con la búsqueda de los demás.- Dijo llevándola a la habitación.
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Ya era de noche y todos estaban durmiendo, excepto Fabián, quien decidió caminar un rato porque la preocupación lo estaba comiendo vivo.  Celeste, la pequeña aún estaba afectada por la muerte de sus padres y se dirigió hacia Edward y Denise, quienes fueron las dos primeras personas que cuidaron y hablaron con ella cuando más lo necesitaba.
-Edward – susurro la niña – Edward!
-¿Pasa algo? ¿No puedes dormir? .- Le preguntó Edward a Celeste.
-No. ¿Puedo dormir con ustedes? – Preguntó la chiquilla haciendo pucheros.
-Claro- Dijo Edward haciéndole un lugar, movió sin querer a Denise, despertándola.
-¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan inquieto? - Le preguntó Denise
-Lamento despertarte, es que tenemos compañía.- Le dijo riendo
-¿Compañía? .- Preguntó Denise confundida, hasta que pudo ver a la pequeña, quien la estaba saludando moviendo la mano.
–Hola, Cariño, Ya me muevo.- Dijo Denise dejando un lugar para Celeste.
-Gracias, lamento ser una molestia.- Dijo Celeste un poco apenada.
-No eres una molestia, pequeña.- Dijo Edward sonriendo.
-Si necesitas algo solo tienes que avisarnos sin miedo.- Dijo Denise acariciándole la mejilla a Celeste - Siempre estaremos contigo.
-En verdad se los agradezco.- Dijo la pequeña soltando una sonrisa tierna.
-Será mejor que vayamos cerrando los ojos y soñemos con los angelitos.- Dijo Edward riendo.- Buenas noches.
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Los soldados estaban durmiendo cómodamente en sus habitaciones, excepto Susan.
-Espero que los demás estén bien..- Dijo Susan derramando una lágrima.- Sobre todo Fabián, lo extraño – dijo abrazándose ella misma.
Ella no aguantó más y decidió buscar a los demás por su cuenta, salió de la habitación sigilosamente y eludiendo la guardia de Enrique pudo escapar sin ser detectada.
“¿Y ahora por dónde iré?”Pensó Susan antes de seguir su camino.
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Fabián estaba agotado, el cansancio podía mas que su preocupación, sin tener mas remedio, se dirigió de vuelta a la Feria, entro silenciosamente sin despertar a nadie y se recostó en la baranda de invitados, sin darse cuenta, que algunos zombis lo vieron caminar rumbo a la feria.

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Susan caminaba sin cesar, le dolían las piernas y los pies, pero ella tenía más que claro que tenía que encontrar a su novio antes de que el día vuelva a empezar.
“¿Qué es ese ruido?” Pensó la joven muchacha al escuchar unos pasos, vio una persona que tenia la misma apariencia física de Fabián. Susan, sin pensarlo dos veces, corrió hacia aquella figura, mientras corría, sintió que alguien la halo del brazo a detrás de un árbol.

-¡Susan!